Si eres primerizo en esto de preparar terrenos y suelos para la siembra hoy venimos a contarte cuáles son los pasos que debemos realizar para prepararlo.
En primer lugar, debes quitar la maleza. Cualquier planta que pueda aparecer entre las hortalizas es una mala hierba que debemos eliminar. Para asegurar que no interfiera en el crecimiento y desarrollo de las hortalizas que hemos plantado.
Puedes hacerlo con la azada o bien regando el suelo abundantemente. Pasado un día o dos, con el suelo húmedo, podremos arrancarlas fácilmente con nuestras propias manos. Si eliges la segunda opción, que es la que además nosotros recomendamos. Si ves que se resiste alguna planta, es hora entonces de utilizar alguna herramienta como la azada.
El siguiente paso es airear la tierra y mullirla. Puedes utilizar diferentes herramientas como la horca de cuatro dientes, la azada, pala de cavar o un motocultor.
Debes tener en cuenta que para esto la tierra debe estar en tempero, es decir no debe estar seca. Ya que sino resultará mucho más difícil y al final no conseguiremos realizar bien la tarea. Para esto debes regar con abundante agua el terreno. Pasados entre dos y cuatro días puedes remover la tierra. Para que haya tempero, la tierra debe ser como polvo, es decir que no se pegue en exceso a los dedos.
Recuerda, que gran parte del éxito de la cosecha reside en este paso, por lo que es muy conveniente realizar la labor de forma adecuada.
Después deberás allanar y abonar. Para allanar el terreno debes dejar la tierra sin terrones o aglomerados de tierra ya que, aunque en el momento de allanar la tierra se encuentre aún húmeda, en cuanto el terreno se seque esos terrones o aglomerados se volverán muy duros. Para deshacerlos puedes mojarlos y al día siguiente se disolverán con facilidad.
Sabrás que has allanado correctamente el terreno cuando la superficie quede lisa y la tierra debe quedar con una textura suave.
Por otro lado la fertilización o abonado es esencial para la siembra y debes incorporar la cantidad de materia orgánica suficiente para que las plantas puedan nutrirse de ella.
Puedes elegir una amplia variedad entre los abonos sintéticos o naturales que provienen de origen vegetal o animal. Los orgánicos son de acción más lenta mientras que los abonos minerales hacen efecto transcurrido menos tiempo. Siempre puedes combinarlos y asegurarte que la planta reciba todos los nutrientes necesarios.